domingo, 15 de enero de 2012

Días de enero

Ha comenzado el año y me he convertido en alguna chica. Así, sólo en eso, en ser alguna chica de labios gruesos y lindas piernas, un par de piernas que, la verdad, no han conseguido llevarme a todos los sitios que he querido. Era de esperarse, uno no puede controlar muchas cosas. Decidí acostumbrarme sólo a pisar huellas que me marquen caminos e historias. Me gustaría poder tener alguna en dónde pudiera contar que alguien piensa en mí, que alguien me recuerda y sueña conmigo y con mis besos, pero no la tengo. Y entonces siento que me falta algo, que no estoy en el lugar en donde debería estar. Y así, con esa sensación de no pertenecer, de querer salir corriendo y querer quedarme al mismo tiempo, con la tonta ilusión de que alguien me espera, sigo escribiendo. No tengo amigos poetas con quien debatir sobre la existencia y mucho menos sobre mis fisuras, mi caos y mis pasos. No tengo a alguien que pudiera hacer alguna metáfora de mi o de lo que le inspiro. Lo que tengo es un par de amigos que se han convertido en mis juglares de asfalto en esta gran ciudad, siempre tan ruidosa y tan diferente a mí. Los más queridos se aparecieron hoy en mi puerta y me recordaron que lo que me encanta de ellos es que no elaboran frases con citas, ni con versos y que sus analogías y metáforas se ven siempre inspiradas en canciones de rock. Ellos me hablan desde la entraña, desde la vida. Y cantan. Y yo siento que respiro con ellos, que por un momento soy normal, un poco más parecida a ellos, menos solitaria, más querida. Con mis juglares siento que no es verdad que hablo sola por la calle, que no bebo alrededor de diez tazas de café al día, que no escribo tonterías y que, por supuesto, no sueño con encontrar el amor mientras bailo. Ellos son todo menos unos ñoños intelectuales, son lo más diferente a mí, y muchas veces pienso que son los más conocedores del mundo y que tratan, con amor infinito, de hacerme entrar en él. Y mientras canto y bailo y se me desgarra la garganta con su compañía yo me convierto en esa chica. Yo soy esa chica, sí, alguna chica con grandes ojos y con grandes amigos.